Charlie Watts. La muerte del batería de los Rolling Stones.

 

 El pasado 24 de agosto murió a los 80 años Charlie Watts, aquejado por un cáncer de garganta. A algunos nos sentó como un jarro de agua fría. Aquel señor sentado tras un kit sencillo de batería, con apariencia de serio y responsable, era el hombre tranquilo que mantenía erguida a la fiera.

 


 

Hay quién piensa que en los tiempos que corren hablar de un grupo estable de Rock es una ilusión romántica. La tendencia es  crear grupos abiertos en los que entran y salen los músicos en función del disco a grabar o la gira a realizar. En la que un grupo no es más que una marca comercial sustentada por la imagen de un cantante o un guitarrista, que es el único miembro permanente. En el que una cabeza pensante compone nuevos temas que unos músicos contratados para la ocasión completan y perfilan. Los Rolling Stones en esto como en muchas otras cosas han demostrado lo contrario. La música de los Stone es un producto colectivo. Cada uno de los miembros del grupo cumple una función. Y el papel de Charlie Watts ha sido determinante tanto para el sonido, como para la longeva existencia de la banda.

 

Con una base de Jazz, a diferencia de sus compañeros que están influenciados por el blues, Charlie marcaba el tempo de las canciones. El Jazz era su gran pasión. Tenía un quinteto paralelo para tocar cuando la agenda de los Rolling Stones se lo permitía. Mientras los grandes baterías del Rock de los 60 y 70 complejizaban el instrumento añadiendo un segundo bombo y gran variedad de tambores y platos, Charlie conservaba una batería  sencilla. Había percusionistas que doblaban los toques, otros componían elaborados solos para lucirse en vivo, Charlie se limitaba a fijar el ritmo. Era como el metrónomo de las canciones de los Stones.

 

En un concierto de los Rolling Stones el público centra su atención en Mike Jagger deambulando por todo el escenario. Con sus peculiares bailes. O en los movimientos que de vez en cuando hace Keith Richards levantando y flexionando la pierna, dando una patada al aire, o dejando suspendido el brazo para enfatizar un rasgado de guitarra. Lo cierto es que encima de las tablas todo giraba alrededor de la batería de Charlie Watts. Los Stones orbitaban en torno a ella. Se acercaban o se alejaban. Eran como las raíces del árbol. El punto de referencia sobre el escenario.

 

 

Según sus propias palabras, cuando Keith Richards se perdía miraba a Watts y él le indicaba en qué parte de la canción estaban. Durante treinta  años, hasta que abandonó el grupo agobiado por el modo de vida de la banda, Bill Wyman al bajo y Charlie a la batería formaban una sólida y compacta base rítmica sobre el que se construía todo el sonido stoniano.

En el aspecto personal, Charlie era la columna del grupo. Unos años mayor que Jagger y Richards, siempre parecía el extraterrestre en las fotos. El señor mayor. Elegante y discreto se diferenciaba, incluso en la apariencia del resto de sus compañeros.  Un hombre serio y tranquilo detrás de su batería frente a las estridencias de los otros miembros, alentadas durante años por las drogas. En la época  salvaje, él no se dedicaba a destrozar hoteles, se encerraba en su habitación a dibujar y siempre que los Stone llegaban a Madrid iba de visita al Museo del Prado. Sus compañeros le adoraban. Ron Wood, con el que compartía afición por la pintura era intimo amigo suyo. Jagger y Richards le querían como un hermano. Él ha representado los raíles que evitaban que la fuerte personalidad de los dos músicos hubiera llegado a colisionar en algún momento como un choque de trenes.

 

Ningún miembro de los Rolling Stones ha sido sustituido. ¿Excepto, las segundas guitarras? Por su formación pasaron Brian Jones, Mick Taylor y  Ron Wood, que fue quien se quedó. Esto obedecía al interés de Keith Richards por encontrar una guitarra complementaria con la que se encontrara a gusto. Finalmente lo logró con su amigo Wood. Uno desde el canal derecho y otro desde el izquierdo van tejiendo la música como dos agujas de tricotar. Cuando Bill Wyman abandonó la banda en 1993 no fue sustituido. Se contrató al bajista afroamericano Darryl Jones, que había tocado con Miles Davis, Sting y Joe Cocker pero nunca se le ha considerado como miembro oficial del grupo. Lo mismo sucederá en el caso Charlie Watts.

 


 

Nunca pararemos.

Algunos ven en la muerte del baterista el principio del fin. El efecto del paso del tiempo sobre la banda mítica. Los Rolling Stones  no son inmortales. No poseen la pócima de la eterna juventud. Se van haciendo muy mayores y eso se convierte en incompatible con sus extenuantes giras mundiales.

 

Desde 1981 en los directos cantan la canción “Start me up.” En la que repiten una y otra vez “no pararemos.”  Algo más que una declaración de intenciones. Una realidad.  Nunca han parado. 

Por prescripción médica, Charlie Watts anunció que no acompañaría a los Stone en su actual gira. La banda le buscó un reemplazo, Steve Jordan, percusionista afroamericano que acompaña a Keith Richasds en sus proyectos individuales.  Suspendieron las actuaciones por la situación sanitaria derivada de la pandemia. Preparan en estos momentos el concierto del 26 de septiembre en Saint Louis (Misuri). El que será un encuentro muy emotivo. La gira norteamericana se reanuda. Es el mejor homenaje que los Stone pueden rendir a Watts, su eterno batería y uno de los miembros fundadores, continuar tocando.


 

Porque  los Stones, como los bluesman que los inspiraron: Muddy Watters, John Lee Hoocker, Howling Wolf, B.B. King… morirán tocando. Unos lo pueden entender por razones monetarias, por la dinámica del show bussiness, porque están atrapados en el Rock, porque son una institución. Unos pueden pensar que ya es hora de que se retiren, otros estamos deseando volver a verlos. Lo cierto es que no creo que quieran, ni puedan hacer otra cosa 

 

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