Gatos Callejeros AUTO-EDICIóN: El conde de Llucmayol. Último libro. Sinopsis.

Cuentos sobre un vampiro mallorquín.

El ilustre noble Don Joan de la Vila arribó a tierras mallorquinas en 1229, dentro del destacamento que formó Jaume I “El Conqueridor” para reconquistar la isla. Se desconoce en la actualidad su origen; no se sabe a ciencia cierta si provenía de la ribera del Llobregat o de las tierras medias del Turia. Por su arrojo en la batalla; y sobre todo, por su labor en la cristianización de la población mallorquina, La Corona de Aragón le entregó tierras en el interior de la ínsula y le concedió el título nobiliario que hasta la fecha ostenta: Conde de Llucmayol.

Cuando se aproximaba a la vejez, por casualidad descubrió que beber sangre caliente de mujeres de entre 20 y 40 años le proporcionaba la vitalidad perdida, le rejuvenecía, y a la postre, le otorgaba la inmortalidad.

Durante siglos sació su sed abasteciéndose de las mujeres del servicio. Las mozas de la comarca aspiraban a entrar a servir en la casa del noble. Una vez eran seleccionadas nunca la abandonarían. Ni tan siquiera para visitar a la familia. Cuando faltaban pocos días para cumplir los cuarenta años, el conde prescindía de sus servicios. Algunas murieron desangradas en la alcoba de su domicilio en su pueblo de procedencia. Era de la maldición de la casa del noble. Muy pocos se atrevían a relacionar estos sucesos con el aristócrata. El conde de Llucmayol había demostrado con creces su generosidad con los pueblos de la zona.

En la década de los 60 del siglo pasado, con la irrupción de las primeras turistas extranjeras en España, y en particular en Mallorca descubrió que era más divertido beber la sangre de las desinhibidas visitantes que seguir recluido en su palacete. Fue todo un reto para él.

Años más tarde invirtió parte de su fortuna en crear una cadena hotelera que levantaba establecimientos por los parajes más singulares de la isla. En sus reputados hoteles se alojarían sus víctimas potenciales.

En los 80 estableció una alianza con importantes empresarios alemanes. En las últimas décadas estos han contribuido a ocultar sus crímenes y le han protegido del acoso de las autoridades. A cambio, el conde se ha puesto a su disposición para que florezcan sus negocios en la isla. Los empresarios teutones exigen cada vez mayores resultados. El conde vive en tensión preocupado de que en cualquier momento sus actos vampíricos salgan del anonimato.

Hace pocos años construyó un hospital en la cima de una montaña de la sierra de Tramontana que ha donado al Servicio Balear de Salud como un centro sanitario concertado especializado en enfermedades de pulmón y corazón. En realidad se trata de un almacén industrial de sangre donada por mujeres jóvenes. El hospital de la montaña lo ha convertido en su refugio cuando las cosas se ponen complicadas.

Ten cuidado. En la actualidad puedes encontrarte al Conde vagando por las noches por las calles del centro de Palma de Mallorca buscando toparse con mujeres jóvenes y lozanas.

¿Lo has visto?