Para escribir bien hay que escribir mucho. Y leer. Leer analizando lo que lees. Es cualitativo leer a los grandes escritores de la historia de la literatura. Son los que han superado las modas, han sobrepasado su tiempo y son una fuente inagotable de conocimiento y recursos para cualquier escritor.
Un escritor debe ser un buen lector. Es su fuente de conocimiento laboral. Su principal herramienta de reciclaje. Carlos Fuentes, escritor mejicano, reconoció en una conferencia que a diario dedica cuatro horas al día a escribir y otras cuatro a leer. Este dato revela la importancia de la lectura.
El escritor debe leer de forma analítica. Debe detectar la estructura del libro que lee. Qué recursos literarios se emplean, y cómo y cuándo se utilizan: La caracterización de los personajes, la utilización de los diálogos, las descripciones, el empleo del narrador. Debe concebir el libro como un manual, un libro de formación, al tiempo que le entretiene y le divierte. Lo que está viendo en otros autores lo podrás utilizar en un momento dado para escribir sus relatos, si la historia se lo demanda. No debe tener miedo a copiar los recursos que otros escritores emplean, llevárselo a su terreno y adaptarlo a su estilo personal. Muchos antes que él lo han hecho.
Puedes leer un best-seller del género que habitualmente escribes (novela romántica, terror, ciencia-ficción, thriller, etc.) Es como analizar a la competencia. Sin duda aprenderás cosas nuevas y verás como ese libro capta y mantiene la atención del lector. Debes partir de que un libro muy vendido no se corresponde siempre con la calidad literaria. Hacer un libro y venderlo son dos procesos diferentes y en la comercialización entran en juego otros factores. Es un ejercicio interesante, pero yo recomiendo, en la medida de lo posible, recurrir a los clásicos.
Los escritores clásicos son aquellos que han sobrepasado la criba de las ventas y del tiempo. Se han vuelto inmortales, atemporales. Han influido en escritores posteriores, y sus textos, a pesar del paso de décadas y siglos siguen conservando la frescura con la que surgieron. En su momento, fueran más o menos reconocidos, sintetizaron el bagaje literario que existía hasta la fecha desde el prisma, la forma de entender el mundo y las contradicciones de la época que les tocó vivir.
La cultura es acumulativa. Antes de un escritor hubo otros que lo precedieron. La tradición literaria influye en él, sea consciente o no de ello. Para que aparezca Cervantes, en la antigüedad se tuvo que escribir la Odisea y la Ilíada. Se escribieron compendios de cuentos en la edad media como el Decamerón, el Heptamerón, los cuentos de Cantherbury, el libro del buen amor del Arcipreste de Hita o Las mil y una noches. En la Italia renacentista se dio autonomía a los cuentos y se desarrollaron, dando lugar al concepto de novela. Solo así puede surgir Cervantes.
Las novelas ejemplares de Cervantes son una lección magistral en vivo de narrar historias de forma dosificada. Te presenta escenas-relatos que son una pequeña parte de la historia, introduce micro-tramas que van configurando la trama principal, aparecen personajes nuevos que cambian el rumbo de la historia, hay momentos de auténtico enredo donde el lector no prevé como se desarrollaran los hechos, pero está pendiente del hilo argumental enganchado al texto por descubrir como acaba todo, y aparecen giros argumentales, naturales no forzados, que hacen que el final de la novela corta sea impredecible.
Los escritores son hijos de su época. Las escenas de acción en las novelas del siglo XVI están carentes de violencia y representan una afrenta al honor, más que otra cosa. La novela picaresca del siglo de oro español es un retrato de la realidad social española. Un imperio medieval en descomposición donde el pueblo recurre al ingenio para poder sobrevivir. La narrativa de principios del siglo XIX está plagada de extensas descripciones pormenorizadas que ocupan varias páginas, y parecen no terminar nunca. Algunos de estos recursos son inutilizables hoy en día, pueden resultar vaporosos o ingenuos, con toda la cultura audiovisual que tenemos en la actualidad. Estamos acostumbrados al video, a ver series, películas, video-clips. Sin embargo, esto no resta validez a los textos. Para un escritor, aprender de Cervantes o Shakespeare es como para un pintor analizar a Velázquez o al Greco.
Consultar a los clásicos es recurrir a las fuentes. El punto de partida del que se ha desarrollado gran parte de la literatura. Como el agua de las fuentes, el conocimiento que aportan estos autores es fresco y revitalizante, más gustoso que el agua procesada que ha pasado por diversos filtros. Si se tiene la oportunidad, como no refrescarse del agua de las montañas. Aunque sea de vez en cuando es bueno leer libros clásicos de literatura, nutrirán al escritor, le darán ideas para contar una historia o de cómo planteársela.
Sea cual sea el género literario que emplees, siempre tienes un referente clásico al que recurrir. Si te gusta escribir terror, los cuentos de Edgart Allan Poe son una lectura obligada. Si escribes ciencia-ficción es muy bueno leer las novelas originales de Julio Verne o Fahrenheit 451 de Bradbury, si escribes novela distópica tienes 1984 de George Orwell o Un mundo feliz de Huxley. Si lo que abordas es la novela romántica, Ana Karerina de Tolstoi es un ejemplo magistral de drama amoroso.
Para la promoción del taller literario en video on-line que he hecho, sobre cómo escribir una novela, he preparado un E-book de descarga gratuita con 5 consejos de 3 escritores clásicos relativamente recientes: Gabriel García Márquez, Virginia Woolf y Mark Twain. 15 consejos prácticos en total, que he recopilado de entrevistas, reportajes en revistas y cartas. Muy interesante para cualquier escritor, pues en ellos se perciben como estos grandes novelistas se planteaban el proceso de escribir.
Lo recomiendo a cualquier escritor o aficionado a la escritura, lo envío por correo electrónico y es independiente al acceso posterior al taller literario que he diseñado. Descárgatelo, estoy seguro de que te gustará.
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