Presentación en "La Cantina de Ruzafa."


 

Este domingo 12 de diciembre presentamos en “La Cantina de Ruzafa”, C/Literato Azorín 13 (Valencia), el libro "El Conde de Llucmayol". Hace un año presenté allí mis primeros FANZINES ante un grupo de amigos. Entonces vivía en Valencia, ahora vivo en La Barceloneta. Después de 12 meses regreso a “La Cantina”, como quien regresa a la casa de la familia, con un libro debajo del brazo.

 

 

Conocí “La Cantina ” por casualidad. Una mañana estaba paseando por Ruzafa, un barrio muy de moda de Valencia, próximo al centro, repleto de terrazas y restaurantes. En la calle Literato Azorín me detuve frente a establecimiento diferente al resto. Tenía una fachada pequeña presidida por un rótulo con un logo muy original y un lema chocante: “Internacionalismo culinario”. La fachada estaba adornada por carteles inspirados en la publicidad de los años 30, en los que describían sus servicios. Tras su puerta de madera, siempre abierta, arrancaba un largo pasillo con fotografías expuestas a ambos lados. Me dijeron que las exposiciones eran itinerantes y que en esas paredes presentaban su trabajo artistas de la zona. Al final del todo se divisaba un  gran patio plagado de exuberante vegetación, con limoneros plantados en los costados y plantas enredaderas que trepaban por las altas paredes. Era un pulmón del barrio. Un oasis verde en plena jungla de hormigón.

 

                                                         (Foto de archivo)

 

 

Descubrí que hace mucho tiempo, el local fue una fábrica de guitarras que quedó destrozada por un incendio. Que después fue el lugar donde se reunen los comunistas, que además rehabilitaron las instalaciones. Que en aquel patio, a principios de los 80, nació la campaña por el referéndum de la OTAN. Y que décadas más tarde, desde allí, se lanzó la lucha para exigir el blindaje constitucional de las pensiones. El patio durante mucho tiempo fue un punto neurálgico del barrio. Ahí se organizaron mercadillos de productores de la huerta y ferias de artistas y artesanas.

 

Movido por la curiosidad, entré dentro y me senté junto a una mesa de madera rustica, propia de una cantina. En frente, un gran mirador de cristal y aluminio que ocupaba toda la pared y desde el que se observaba el majestuoso patio. Era como si me hubiera sentado en una terraza de Ibiza mirando al mar.

 

Pedí el menú. Me sirvieron unas alubias de Tolosa en un cuenco de barro, Figatell (un filete de carne picada,  propio de Valencia, que desconocía) y de postre “Mengar blanc”; un dulce de la edad media caído en desuso, típico del Reino de Valencia. Desde esas cocinas se estudia la tradición gastronómica de Valencia, España y el Mediterráneo, se rescatan sus tesoros ocultos y se le devuelven al comensal desde el prisma de la cocina creativa del siglo XXI. Respetando la cocina de proximidad, hasta el punto de que nada más salir al patio hay un gran macetero con hierbas de especias, donde las cocineras recogen frescos los condimentos que necesitan para enriquecer los platos.

 

Sonreí al camarero, y a un niño que correteaba entre las mesas diciéndole a todo el mundo: “yo soy el hijo de aquí.”. Por un instante pensé que formaba parte de la historia.

 

        (Texto escrito hace más de un año, cuando me planteé hacer un blog específico de "La Cantina")

 

“El Conde de Llucmayol” son siete cuentos con un mismo protagonista: un vampiro aristócrata balear. Están entrelazados como si fueran capítulos de una novela. Aunque se pueden leer por separado o alternarlos al gusto del lector.

 

 

                                       Ya disponible.

 

 

El Conde de Llucmayol llegó a Mallorca en 1229. Dentro de las tropas que comandaba Jaume I "El Conqueridor" para conquistar la isla. Cuando se acercaba a la vejez descubrió que beber sangre caliente de mujeres entre 20 y 40 años le proporcionaba la inmortalidad.

Durante siglos sació su sed abasteciéndose de las sirvientes que trabajan en sus propiedades. En la década de los 60 del siglo XX, con la llegada de las primeras turistas descubrió que era más excitante asaltar a las desinhibidas visitantes extranjeras.

Construyó una cadena de hoteles repartidos por toda la isla dónde se hospedan sus posibles víctimas.

Desde finales del siglo pasado se asoció con importantes empresarios alemanes que encubren sus crímenes a los ojos de las autoridades.


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